En la sociedad actual se ha inculcado el culto a lo perfecto, cuerpos perfectos, relaciones perfectas, ser padres perfectos, etc. No me extraña que estemos todos estresados.
Ser perfeccionista nace principalmente de falta de autoestima, que busca ser validada a través de un trabajo excelente y del miedo excesivo a cometer errores, al considerar que es un fracaso no alcanzar el nivel de calidad que se establece.
Según Voltaire, lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Dejar de ser perfeccionista resulta difícil, pero es posible y necesario, aunque requiere compromiso y voluntad para que sea efectivo y permanezca en el tiempo.
10 claves qué te ayudarán a dejar de ser perfeccionista.
- Define una conducta más efectiva.
Reflexiona acerca de cuáles son los motivos que te llevan a ser perfeccionista. Qué consecuencias acarrea en tu vida el ser perfeccionista, y a partir de ahí trabajar para encontrar una conducta más efectiva.
- Toma conciencia de cuál es el resultado esperado.
Cuando realizas un trabajo para otra persona, ajusta el nivel de calidad a lo que esta persona espera. Qué necesita esa persona.
- Rebaja tu nivel de exigencia, revisando tus expectativas.
Comprende que eres humano, y que eso implica que no eres infalible y que vas a cometer errores, acepta esta realidad.
- Comunícate contigo mismo o misma bien.
Evita comentarios del tipo “ no voy a poder”, “verás cómo lo hago mal”, “qué mal lo he hecho”…Hablarte así no te ayuda y te hace sentir mal.
- Pasa a la acción.
Si lo tienes que hacer hazlo, dilatarlo en el tiempo genera desconfianza y aumenta la ansiedad.
- Limita el tiempo de tareas rutinarias.
No revises lo qué tienes que hacer, cómo mucho una única revisión. Revisarlo más crea dudas, inseguridad y desconfianza.
- Limita el número de opciones a elegir.
No merece la pena dedicar, horas, semanas…a tomar una decisión que nunca vas a saber si ha sido la mejor.
Tomar una decisión rápida te permite olvidarte del asunto y liberar tu tiempo.
- Pide colaboración o ayuda.
Una persona perfeccionista, trata de resolver los problemas siempre por sí misma.
Permite qué otros te ayuden, colaboren o trabajen para ti, delega. Nadie va a hacer algo de forma idéntica a cómo otra persona lo hace, rebaja las expectativas de los resultados.
- Esta científicamente comprobado, qué el 20% del esfuerzo que hacemos produce el 80% de los resultados. Por ello, hay que prestar atención a lo importante que te lleve al resultado esperado, porque el excesivo detalle no aporta un gran valor.
Poniendo en práctica al menos 5 de estas 10 claves dejarás de ser perfeccionista.
Sé que te has fijado que he puesto 9, ves te fijas excesivamente en los detalles, eres consciente ya que tienes que dejar de ser perfeccionista.
Beneficios de dejar de ser perfeccionista.
- Mejora la salud. Dejar de serlo libera estrés y ansiedad.
- Aumenta la confianza y la seguridad. Hacer las cosas bien, pero no perfectas, hace darse cuenta que en la gran mayoría de las ocasiones no pasa nada, y así se vence el miedo a fallar.
- Mejora las relaciones personales. Al dejar de ser perfeccionista, disminuye las expectativas sobre el resultado del trabajo de otra persona, se valorará más su trabajo y en un entorno laboral, permite una mayor motivación del equipo y en un entorno personal descargarse de obligaciones, ya que delegas en otras personas.
- Optimizar el tiempo. Un perfeccionista suele ser poco eficiente, utiliza mucho tiempo en una tarea. Al dejar de ser perfeccionista se dedica mucho menos tiempo a detalles que añaden poco valor al trabajo.
Leonardo Da Vinci en su invariable perfeccionismo no llegó a completar muchos de sus encargos pictóricos, porque los estudiaba de forma minuciosa e intentaba dotarlos de un exceso de detalles.
Es importante bajar el nivel de exigencia y dejar de ser perfeccionista, porque ambos conceptos son grandes enemigos del placer y del equilibrio. Someten a una presión innecesaria, todo tiene un límite y hay que buscar el equilibrio. Observa si te sientes frustrado, ansioso, desmotivado. Cuando se cruzan los límites, el cuerpo y la mente dan señales evidentes, pero la mayoría de las veces no se escuchan o se malinterpretan. Se piensa que es una queja o una excusa. Y no es así, estar cansado no significa ser vago, tu cuerpo y tu mente te informan que se han sometido a un sobreesfuerzo y necesitan un descanso para seguir trabajando.
Ser autoexigente con las responsabilidades o con las aficiones no lleva a realizarlas mejor.
Las personas autoexigentes presentan niveles de implicación, compromiso y esfuerzo que muchos otros son incapaces de hacer. Y la gente valora y refuerza esa actitud. Sin embargo, las personas no exigentes, gestionan mejor el estrés y la ansiedad, tienen mayor bienestar, aceptan sus imperfecciones, sus errores y tienen más tiempo para disfrutar de él.
Ser menos autoexigente depende exclusivamente de ti y es necesario hacer cambios tanto en las rutinas cómo en la mente, para conseguir vivir de una forma más relajada y satisfactoria. Para ello:
- Plantea cuáles son las metas a las que quieres llegar, que sean realista y que se puedan alcanzar y se pueden asumir, teniendo en cuenta, responsabilidades, relaciones, hábitos, tiempo, descanso…
- Reconoce tus logros. Saborea todo lo que has logrado y ello te motiva a conseguir nuevos objetivos.
- No te culpes si no has cumplido la meta propuesta. Nadie es perfecto, aprende de los errores y analiza, si realmente ese objetivo era realista y alcanzable. En caso afirmativo, simplemente analiza los fallos e inténtalo de nuevo. Los errores sirven para aprender, no para limitar.
- Aprende a decir que No. Aunque es complicado es imprescindible para ser menos autoexigente. Ser consciente de los límites y de hasta donde podemos llegar es vital para tener una vida más plena y relajada. Por ello hay que decir en ocasiones no, no eres un súper héroe o una súper heroína.